Gràcies a Susanna Tesconi hem pogut participar amb un article al nou número de la revista “Comunicación y Pedagogía 291-292. Movimiento maker y Educación”. En aquest parlem de com hem crescut com espai, quins errors hem fet o quina és la filosofia educativa darrera l’espai MakerConvent.
Us deixem amb un petit extracte.
MakerConvent es un makerspace público, ubicado en un centro cultural municipal de la ciudad de Barcelona el Convent de Sant Agustí. Es un proyecto de makerspace que nace de forma orgánica, sin planificación en las actividades naturales de un espacio de estas características ni en la adquisición de las herramientas, con muy pocos recursos tanto económicos como personales, pero con un elevado potencial en el diseño de proyectos de carácter social y ciudadano.
Llamamos al proceso de creación “orgánico” porque nace de la participación en dos proyectos europeos de investigación y transferencia de conocimiento sobre fabricación digital (Formalab http://www.formalab.fr y Declic’in http://declicin.info). En este último proyecto estudiamos en varios países de Europa el porqué las chicas jóvenes, llegadas a la edad entre 16 y 21, perdían interés por los estudios o las formaciones con un marcado foco en la tecnología. Como prueba piloto se decidió montar un kit de impresora 3D con un grupo de chicas del barrio del Casc Antic. En el devenir de este proceso, nada trivial, se definieron una serie de necesidades como la de un espacio de trabajo adecuado dónde ir montando la impresora, unas herramientas, elementos de registro, que el espacio tuviera ordenadores, al final nos dimos cuenta que lo que estábamos haciendo era sentar las bases de una pequeña comunidad motor del espacio que pasamos a llamar MakerConvent.
Definir un espacio que nace de esta forma supone un reto. En el centro cívico ya existía una tradición de actividades relacionadas con la creatividad y la tecnología. La programación de estas actividades sobretodo hacían énfasis en las edades de 8 a 12 con acercamientos a electrónica básica, otras actividades más dirigidas a adultos y tecnología aplicada a la música y el servicio de infancia y adolescencia que abarca de los 4 años hasta los jóvenes. El reto no reside en definir un modelo, sino en lanzar una idea de modelo encima de la mesa para que crezca en manos de la comunidad que se genera alrededor del espacio y en las manos del equipo que gestiona el resto de servicios. La idea debe tener una serie de ejes transversales que han de servir de punto de apoyo para las actividades, proyectos, colaboraciones. Como buen espacio dedicado a “lo maker” no siempre es fácil saber si lo que se hace se hace de forma correcta, definir el espacio también comporta un test, un ensayo-error evaluado de manera crítica constructiva. Lo que definimos fue que queríamos un lugar donde poder jugar con materiales y tecnología, jugar con la ciencia y la creatividad, y aprender a diseñar pensando cómo solucionar problemas.